Tecnopacha, una
adolescente con rostro
político.

Pachas, los Pachas.

Paíscidio se detona.

Las Espunkas llueven.

martes, 5 de mayo de 2009

LUCES SOBRE “TECNOPACHA” EN LA OSCURA TARDE AMERICANA “Tecnopacha” (Editorial Zignos, Lima, Perú, 2008), de Oscar Saavedra Villarroel.

Por Eduardo Leyton

INTENTOS TOTALIZADORES DEL MUNDO POÉTICO

La construcción de los discursos en la historia de la poesía han tenido que esperar para salir de las catacumbas camadas de años y de procesos entremedio: Homero, “El Cid”, Rolando, Ercilla, “Anábasis” de S.J. Perse, “La tierra baldía” de T.S. Elliot, todos ellos en el concierto europeizante, del cual todos somos hijos considerando el idioma. Huidobro y “Altazor” en las ansias de ser fundacionales y de repatriar a la poesía desechando una vaga idea, así como una “Liga de Naciones” y aunque duela, el “Canto general”, proyecto de contrarrestar en la épica la resurrección del cuerpo americano, que aunque lacerado y famélico se impone en el mundo abrazando la hermandad de los continentes oprimidos que son la mayoría de los pueblos que caminan a “patita pelada”. El deseo estético de convertir a la épica en un respiro contestatario yace en su propia naturaleza y deseo de trascendencia: la lírica del desuso, el “ab imo pectore, clamavi” del condenado o la impotencia de un prisionero político.

Todos lo nombrados parten de la premisa de ser fundacionales en sus ansias de un discurso totalizador. Al menos eso pretendieron los aedos: provocar la crisis en sus camaradas y de paso, incentivar la reflexión no de un núcleo, si no de pueblos enteros.

Así y de frente, de bruces, el que escribe se encuentra con el poeta “pacha” Saavedra, pero “andesground” por sobre todo (como se leyó por ahí…). Digo de bruces, así, de bruces y de caída en la violencia del asfalto ante el recibimiento de una obra señero, que se proyecta como tal, que nace del grito épico es el refresco y el recambio urgente cuando “todo el equipo juega mal” (of course…) en medio de un panorama desolador dentro de la poesía tanto chilena como latinoamericana en una ausencia casi absoluta de comprender que el arte, -y el arte grande que es la literatura-, se diferencia a pasos gigantescos de las artes decorativas: poesía y discurso, conciencia de lo heroico y de la tarea transformadora de la poesía, que de nacer en lírica es siempre y para siempre, política. “Todo lo estético es político”, decía Pablo de Rokha y hoy como nunca, la transformación social pasa por manos de los artistas. Allí está situado “Tecnopacha”, la primera entrega del proyecto “dOPING HISTÓRICO” de Oscar Saavedra Villarroel. Coincidentemente, este se publica en el país hermano del Perú, pues y como es de comprender, la inclusión en las estanterías del freak mundillo editorial de Chile de un libro como “Tecnopacha” es un “siga participando”: el raigambre político no resulta ser una buena “negación del ocio”. Y aunque ambos países hermanos también lo son dentro de su cada vez más escuálida condición de sociedades no lectoras, es Perú y con justicia, tierra pródiga en la historia de América donde “Tecnopacha” emerja casi como una declaración de justicia antes las postergaciones de la América morena.


POR QUÉ UN LIBRO ÉPICO EN TIEMPOS ANTI-MÍTICOS

Las referencias transformadoras de la poesía se traspolan a lo épico cuando existe voluntad de construir un obra viva. “Tecnopacha” reúne esta característica unificadora en sus aspectos imaginativos con la capacidad de proyección del futuro. Se fusionan en una amplia gama de gestos y tribulaciones del habla urbana, que es la apoteosis de la literatura post-moderna. Ya lo decía la Mistral: “Y porqué no Efigenia a Ifigenia” refiriéndose a las “hablas” del Elqui ancestral y cósmico. Entonces Saavedra se fuga del cadalso de la inacción crítica de la estofa kitsh de los “poetastros” nacionales y camina libre por la calles de “Tecnopacha” recogiendo trastos para el reciclaje del idioma que comienza a crear; por que si el poeta no está a plena conciencia de su labor creativa y que a la vez re-crea el idioma, va perdido en la antesala del Dasein que le espera. Oscar Saavedra recorre no solo las esquinas y contrasentidos del Santiago de Chile original, sino el motivo de los caminos y de los viajes tomando razón y forma al equiparar los límites americanos relatando los ires, venires y devenires de los “pachas”, que somos nosotros, los americanos y no sectarios. El poeta también es un “pacha” hambriento de diálogos, desafiante a los estados, solidario en el mito de la resurrección continental, relator de lo gárrulo de 500 años de espera, engaños y proyectos estáticos pero que inaugura la reflexión de un nuevo mito con el “dOPING HISTÓRICO” donde el barbitúrico de la mentira occidentalizadora, donde la razón instrumental de nuestros siglos precedentes olvidaron al hombre suburbano y esas “hablas”. Cuando falla la promesa de la razón y que también alguna vez embelesó a la poetas más que a la poesía, el “pacha” viajero opone visiones como sacerdote de lo imposible destacando la genuina persecución hacia su proyecto reivindicatorio de la nacionalidad americana herida y deforme pues protagoniza una dualidad de corrientes que, sin ser lo demasiado profundas en cuanto a las formas que toma el poema, reminiscencias de una post-vanguardia o del ascenso gradual a un diálogo nuevo a partir de la crisis que en “Tecnopacha” queda de manifiesto en el tomo político de denuncia.

Cuando Saavedra habla de un proyecto, directamente alude -en esencia- al nacimiento de un mito poético, de una nueva forma de reflexión, creación y manifestación lingüística con la manipulación y reformulación que hace del verso y su sentido significante en la transgresión lógica y racional del discurso: lee los elementos de la post-modernidad desde un anverso radical otorgándole la significación que en los hechos y en las personas, incluso en las sociedades provoca. Hablas y gestos de lenguaje no verbal en su sentido estricto, lo que provoca miedo y daño en los cuerpos no merece reparos ni eufemismos y estos de desenvuelven en lo siniestro del “hommo occidentalis”. A eso le llamamos con toda soltura y espontaneidad, un mito nuevo, una revelación nueva, una videncia pero de un presente-pasado.


UNA LECTURA POLÍTICA A UN LIBRO POLÍTICO

Tecnopacha es un libro político, -jamás panfletario- y se siente. Si el proyecto y el concepto de “dOPING hISTÓRICO” abarca lo concreto de la historia y el protagónico del lenguaje, la dimensión del materialismo, podríamos provocar una sensación de fresca dialéctica en sus versos: el instrumento de esa filiación subconsciente es la condición de creación poética; la capacidad lírica se hace medio expresivo como lo que es, en sí mismo, síntesis de lo que desea provocar y la respuesta consecuencial es la sensación de crisis y reflexión a lo que debiese dar lugar la antítesis del hecho inicial. ¿Resguardo hegeliano, paráfrasis del marxismo? Sólo Oscar Saavedra, poeta “andesgronund” puede darnos esa llave, pues en “Tecnopacha” se avizora una tesis a la denuncia, la poesía y el vuelo del verso como eje contestatario premunido de un alto ejercicio lírico y una voluntad férrea de reflexión, crítica y debate dentro de un programa poético sin cuyo oficio, el mito, eje del cual se desprende todo poema, no existiría, pasando sin eso solo a formar parte de las toneladas de diagnósticos y estudios americanos vencidos por el tiempo, vacío y terquedad occidentalizadora. Quién no entienda al arte como vitamina indiscutible en el intento de una sociedad más humana y justa, no podrá leer el sustrato político de esta obra y de su sentido americano, épico y lírico de primera línea. No puede ni podrá jamás disociarse, aunque el sistema se empeñe en ello, poesía de política, ni política de estética. Ahora, menos mito de poesía.


UN DIAGNÓTICO CLARO Y UN PRONÓSTICO PARA EL PRESENTE

“Tecnopacha” y la voz de Oscar Saavedra Villarroel ventila el cielo americano y resitúa a la poesía chilena en su leit motiv épico. Creación y discurso transformador recuerda lo mejor de la tradición lírica de América cuando no solo los edificios públicos se construían con visión de futuro, indestructibles, amplios y democráticos. La poesía también lo asumió y se nos viene al recuerdo la generación del 36, en Chile. Acción y poesía mancomunadas en un proyecto de país y de continente. Saavedra recupera ese espíritu sin fronteras. En buena hora, ante la insensatez como ya se dijo, de tanta faramalla snobista. Esta poesía de Oscar Saavedra sí está marcando una resurrección limpia del oficio poético: estética, política y literatura. Semiótica para algunos, honestidad para muchos.

Que “Tecnopacha” sea Prometeo para América y para la poesía; que alimente el fuego eterno de la lámpara poética. Bogamos por que no sea jamás encadenado, por nuestro bien, el de América, de nuestra gente pero ante todo, de nuestra poesía, nuestra lírica gigante, en fin, nuestras “hablas”, las de aquí.

* * *

*Eduardo Leyton-Pérez (1976), poeta negro nacido en Curicó de Chile. Entre sus principales obras publicadas están: Profecías para profetas de mentira (1996); Tangos y baladas desde el otro lado del alma (1997) ambos trípticos; Universo Quebrado (2000); Telégrafos extraviados desde la añorada Atenas (2003); Señales Perdidas (2004); Sobre la necesidad de la poesía negra. Manifiesto (2005); Diccionario Neorrokhiano. Tomo I (2006); Defensas y diatribas en el canto de HOY (2007); La máquina del mal. Manifiesto (2008); Falsarios, errores de la noche. Audiolibro (2008)

En el área audiovisual, ha presentado los montajes multimediales: Resurrección del vampiro (2001); Señales Perdidas (2001); La memoria épica: homenaje Pablo de Rokha (2002); Radiografía de la memoria (2005); Efraín Barquero, autoexilio televisivo (2008). Participó tambien en el documental “Mandrágora” del realizador Eduardo Bravo, en 2004.

La enseñanza del cultivo de la poesía y la literatura la ha desarrollado a través de diversos talleres populares de escritura y apreciación de las artes integradas a la poesía desde el año 1997. En la docencia universitaria, ha sido profesor de diversas cátedras de lírica y literatura contemporánea como también de estudio y diseño de proyectos culturales.

En el plano de la gestión cultural y gremial tiene una larga trayectoria que data desde el año 1995, ocupando diversos cargos en extensión y cultura en la Universidad Católica del Maule como en la gestión cultural independiente. Fundador de la Agrupación Cultural “Francisco Villota” de Curicó. En 2006 fue elegido jurado FONDART Región del Maule, siendo hoy integrante del Comité Consultivo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes Región del Maule período 2006-2008 y reelecto para el período 2008-2010.

En la actualidad es el editor de la revista “Poetas Curicanos”. También produce y conduce el programa literario “Letras Prohibidas” en radio “Nuevo Mundo” de Curicó 102.3 F.M. que se encuentra ya en su quinta temporada al aire y escribe para revistas literarias electrónicas. Es coordinador en Curicó de “Descentralización Poética, Encuentro Nacional de Poesía”.

En el plano musical es bajista y voz de la banda de rock heavy metal “Tenebras” agrupación de dilatada trayectoria que se ha presentado en diversos eventos musicales en el país y que se encuentra promocionando su disco “El camino del Inca”.

Fuente: http://letras.s5.com/osv280409.html

TECNOPACHA DEL POETA OSCAR SAAVEDRA VILLARROEL .


POR MARIETTA MORALES RODRÌGUEZ

Cuando se hace una ruta de viaje por varias ciudades de Chile y estas en la bùsqueda de encontrar otras voces poèticas . La vida literaria te puede sorprender y sacudir aquellos conceptos feudales que se tiene de la poesìa en el extremo norte que es vivir en Antofagasta . En la sequedad del desierto poètico , siempre se abusa de la palabra Pacha , se maltrata , se humilla , y se manosea . Pacha en kechua significa tierra . La tierra como concepto regionalista , no como una bella palabra universal . Los pachas estàn en todos los rincones del mundo , desde Santiago , Temuco , Parìs , Londres y Tokio . Fue en el primer encuentro nacional del poesìa , pero en Talca , en noviembre del año 2008 , donde me encontrè con la poesìa del joven poeta Oscar Saavedra Villarroel -1977- . En la presentaciòn de su libro TECNOPACHA , donde me volvì a reencantar con el verdadero significado de la palabra Pacha . Basto escuchar algunos de sus poemas en el Club Social de Talca , para que naciera la curiosidad de adentrarme dentro del sorprendente mundo poètico de TECNOPACHA . Las palabras van como un torrente de imàgenes cinematogràficas , donde el sentido citadino esta presente en cada uno de los versos del poeta . Un Santiago donde los pachas estàn presente en la cercanìa del rìo Mapocho , en las calles Banderas con Compañias , la piojera , Franklin , Las Condes , lugares de la capital , en que el poeta tiene la habilidad de un orfebre de las palabras de traspasar un delicado discurso poètico , con una carga absolutamente universal . En un recorrido en que el lector de provincia se adentra en un Santiago , donde las tribus estàn presente con sus còdigos y propias leyes . La tierra no solamente pertenece al desierto . La tierra esta presente en los rincones de una ciudad donde predomina la fotografìa de este comienzo de siglo , en que el consumismo carcome el alma del citadino y un dejo de crìtica a un sistema que esta presente en la poesìa de Oscar .

-Fui a comprar un nuevo àrnes / a Frannklin con Santa tropa ,/bebiendo un poco de bebida light,/leyendo un buen libro de geografìa y mapas de una ciudad llena de fronteras .

Las fronteras no existen por un recorrido poètico en las calles de Parìs , New york , Medellìn , Cerro Navia ,Australia , por nombrar algunas de las referencias geogràficas del libro . Existe un espìritu absolutamente globalizado en los textos . Haciendo una referencia a poesìa de paso del poeta Enrique Lihn . Las distancias no existen . El lenguaje de TECNOPACHA es tan exquisito como el mejor de los viajes a Parìs . Cualquier lector de poesìa leyendo este libro , desde Antofagasta en una càlida tarde de verano , en el sector norte de la ciudad hasta la cosmopolita y sorpredente Tokio . Van a quedar fascinado que los Pachas son una raza citadina que estàn presente en la historia , la polìtica , la sociedad como un imàn de caos y a veces de esperanza .

- Con mis màscaras y polìticas succiones el polvo de la historia , Vomitè la septicemia cultural por los ojos . Los cielos me atraparon me dijeron : Banco Mundial perifèrico y demente .

Una conciencia social que se ve reflejada en el mirar de Elle Europa . Un tecnopacha que azota los egos con el canto de la sangre y la tierra . Aùn tenemos memoria y la historia se construye en el mirar del pasado , mezclando con el entorno de las ciudades donde la estètica predomina en los cines , la piojera , en el pequeño Hollywood , en las tribus , en los abogados del ex-congreso nacional , con el aroma de un Santiago como epicentro de todas las latitudes y coordenadas del mundo . La palabra Pacha me resulta universal , hermosa y con conciencia , gracias a la poesìa de Oscar Saavedra Villarroel .

Fuente: http://blogdetodos.bligoo.com/content/view/400166/TECNOPACHA_DEL_POETA_OSCAR_SAAVEDRA_VILLARROEL.html

Radio Placeres

jueves, 19 de marzo de 2009

Tecnopacha: esto no es creatividad mall. Por Andrés Florit

Tecnopacha, el primer libro de Oscar Saavedra Villarroel (Santiago, 1977), es una barricada efectiva en estos tiempos de alienación política y totalitarismo mediático que vivimos en buena parte de Latinoamérica, y con particular énfasis, en Chile. Saavedra afrontó un desafío no menor y salió airoso, sumergiéndose en el magma de un volcán tapado con diario: la tácita renuncia a vivir un orden distinto del que nos rige, que es el capitalismo y sus derivados. Y que nos afecta en cada acto cotidiano y por cierto en el quehacer artístico.
Pero el "mensaje" de esta voz que no transa su "bolchevique emotion" no tiene nada de nuevo y por lo mismo este libro corría el riesgo de ser un panfleto más, otro gesto "político" grandilocuente y narciso, fútil y fatuo.
"Vehiculizar la poesía para la transmisión ideológica (a nivel, incluso, de la política contingente) significa privarla de su especificidad y reducirla –subordinando un nivel de producción a otro- a un mero papel ornamental (...) Esto significa que poesía y política deben encontrarse en un punto en que su afinidad garantice una suerte de combinación química, y no una mera mezcla física de sus respectivos elementos", sostuvo en alguna oportunidad Enrique Lihn, dando cuenta de la dificultad de este reto: que el discurso político no fagocite al poético.
Y el gran mérito de Saavedra es que logra hacer poesía. Una poesía situadísima, en un Santiago apenas ficcionado y por tanto reconocible, pero que sólo funciona como escenario y telón de un discurso que no está para contar anécdotas: el poeta se colocó un arnés épico y puso a hablar a una voz alucinada (PachaHombre, Bolchevique Emotion), logrando hacer hablar al lenguaje por sobre sus sentidos comunes y sus sobreentendidos. En Tecnopacha, la frescura verbal y rítmica nos conecta con lo atávico de un origen remoto y presente. Desde el título acierta al situarnos en un territorio híbrido, que no reivindica un origen americanista-puro, sino que aborda la complejidad de una trama en la que ya no sabemos dónde comienza Occidente y dónde termina la identidad de nuestro continente que vive día a día bajo la tensión de un orden que lo sobrepasa.
Esto es develado en forma rotunda a través del lenguaje, mediante recursos certeros (neologismos como la misma "tecnopacha" o "usaísta" para referirse a la proclividad hacia USA, o la sustantivación de adjetivos y viceversa) y una épica hiper-actual que inventa para mostrar, con ironía y humor negro, siendo en su ficción más realista que cualquier "realismo".
El campo cultural en que se mueve esta voz no es trivial: va y viene de lugares en que es repelido o perseguido, por la "policía-beat" o la "mafia objetivista", y en que es llamado a competir con "espejos quebrados / y la vejez ansiosa de una creatividad mall". Pero Saavedra no equivoca el tiro: no pierde el tiempo intentando posicionarse, ya sea luciéndose o hablando mal de sus pares. Afronta su labor con genuina vocación de búsqueda poética y con la mira en el verdadero enemigo, que está en otro lado, o adentro.

Tecnopacha: más allá de una poética de resistencia. por Carlos Henrickson

Una de las muestras más poderosas de la vitalidad y modernidad paradojal del viejísimo oficio poético que son menos evidentes, es la metamorfosis permanente de la imagen del autor. Nacido el oficio de una vaga penumbra en que entrevemos al poeta como aquel a cargo de la Totalidad, al poeta no le fueron extraños los status del sacerdote, del emisario de la incipiente vida cívica, del sabio, el bufón o el soldado. La cuesta abajo de la totalidad de la vida bajo los lazos de civilizaciones cada vez más reduccionistas de las imágenes y atributos del ser humano, puede leerse fácilmente en el historial de la constante sobredeterminación del autor de poesía, incluyendo ese momento en que se supuso falazmente a la poesía como una escritura y aquel en que se supuso al poeta como necesariamente comprometido o necesariamente no-comprometido. La vitalidad irreprimible del oficio poético ha barrido con todas las determinaciones que desde el segundo cielo de la cultura (un cielo falso, por supuesto) se le han querido dictar, confirmando con ello lo primordial de nuestra actividad.
Es en este sentido que Tecnopacha nos da un evento que la poesía nos entrega tan sólo de vez en cuando y en momentos en que los cambios históricos precipitan vueltas de cabeza de todo lo que era la vida conocida: la resituación del autor con respecto a la sociedad y a su obra.
Tecnopacha presenta un mundo fracturado, cuyos pasados ancestral y cercano, su presente y sus futuros utópico o catastrófico, se rebelan a toda solución de continuidad, proyectándose como instantes fragmentados que cohabitan el momento de la escritura. Este momento está lejos de ser el presente, y es importante el peso de la elección que asume Óscar: el tiempo de los eventos proféticos, en que el registro de la visión y los sucesos ocupa un destiempo urgente que acaba por frustrar toda posible diacronía. Así, la visión profética termina eligiendo la niebla en vez de la comunicación directa.
Plantear en este sentido que el hablante se asume desde la profecía es una deducción sumamente simple, que es verdadera en algún sentido, pero incompleta (y aquí creo que yace la confusión de algunos críticos al asociar de modo directo esta poesía con la mera utilización mimética del discurso profético que hace Zurita). El transcurso vital y espacial del hablante a través de una geografía traspuesta en el delirio, multiplica su posible situación, haciendo una especie de “viaje de vuelta” desde la sobredeterminación de la poesía moderna. El poeta recupera en Tecnopacha el status de estrella de rock o pop, de chamán, sacerdote, de mesías religioso o político, de líder de masas de derechas o izquierdas, de víctima o victimario, asumiendo una salvaje parodia de la totalidad ancestral del oficio. Esa totalidad degradada y ficticia es exactamente, creo, el cargamento de pólvora de Tecnopacha a nivel sociopolítico, el darse como espejo de la ilusión capitalista de falsa totalización de la existencia, lo que Guy Debord denunció en La Societé du Spectacle como espectáculo, falsa unificación de la existencia en el seno de la apariencia -una vida social desvanecida. En esa abundancia de la desposesión, la proliferación delirante de imágenes en la poética de Óscar se consuma naturalmente en lo que el mismo texto indica como el poema capitalista. Esa entrega de sí del libro como negación reproduce directamente la entrega de sí del espectáculo como negación de la vida en un espejo deforme, que deja ver el mecanismo de dominación de ese espectáculo.
De ahí la inquietud política que surge de la poética de Óscar, visible incluso en quienes no tienen el “entrenamiento” de la lectura política de textos. La visión de la fragmentación es construida con una acuciosidad del uso de un lenguaje precisamente conformado para este efecto. El que el hablante comparta este destino de degradada fragmentación del sistema socioeconómico y el sistema simbólico, pone en una crisis general todo el imaginario presentado en Tecnopacha, produciendo naturalmente el efecto abismal de un barroco postmoderno.
Profeta que no anuncia mesías, sino la sempiterna derrota de remedos de mesías impotentes y de carne y hueso, espectáculo ultrasubjetivo y despojado que refleja el espectáculo totalizante de dominación social; este decidido habitar de la contradicción en el sentido más profundo (en el de los procedimientos de creación de imagen) reafirma, como decía al principio, el carácter de manifiesta vitalidad de la poesía chilena, al asumir una nueva vuelta de tuerca en la situación del autor. Experiencia límite de deriva de sentido en la literatura, Tecnopacha y la serie de libros que vendrán pone en escena un nuevo acercamiento entre poesía y vida, más estrecho que el poema político de reivindicación desde el instante en que opera a través de negaciones. Tecnopacha marca, definitivamente, una inflexión en la poesía chilena reciente, al apuntar con decisión un punto de fuga posible hacia una poética política que se sepa deshacer de los fantasmas y lastres de la enunciación obvia. En este sentido, el paradójico carácter fundacional de la función profética se aplica en propiedad, y la necesidad de la poesía como una de las alternativas a la barbarie vuelve a ponerse en el horizonte de la literatura chilena.

TECNOPACHA O la crítica ácida de la madre. Presentación de Alexis Donoso G.

Al parecer, con 30 años aproximadamente de su instalación, independiente de sus últimas y variadas crisis, El Neoliberalismo está aquí para quedarse. Respecto de esta afirmación que ustedes acaban de escuchar, habrá sin duda quienes optan por humanizar o corregir el modelo y otros que al contrario apuestan por su destrucción a través de discursos en los que se utiliza un lenguaje retórico y demagógico. La frase que he pronunciado y subrayado, es el acuerdo tácitamente aceptado al interior de un país que tiende cada vez más a dar rienda suelta al excesivo derecho de acumulación de capital y extracción de excedente que llevan al enriquecimiento individual a través de la (super)explotación (des)humana como es el caso de Chile.
Es en este contexto que se escribe Tecnopacha siendo la recuperación de un discurso (como un pueblo que faltaba) reinventar, el de un espacio de escritura comprometida con los grandes cambios estructurales en materia de lenguaje, historia, economía, política y cultura de una sociedad. Una escritura que escapa al mero acto publicitario de sí y que encuentra componentes de fuga a la red creada por otras actuales, escritas con miedo del peligro, que no son perturbadoras de orden alguno o que se sitúan cómodamente al interior del patrimonio cultural burgués. Una escritura de la que emana un riesgo, un estilo propio, extraño y corrosivo, que nos recuerda, que nos quema, que la figura del poeta y el revolucionario adeudan seguir siendo lo mismo.
Tecnopacha se invierte a sí mismo en la bolsa de las utilidades de la perdida, para lograr un espacio como una posibilidad otra de existencia que es protesta y tensión con todo, desavenencia con un modelo histórico represivo de sociedad que trae consigo la humillación por la competencia, el control, la avaricia, la estupidez de la oferta y la demanda, la precariedad humana entre sus cualidades y avances más visibles.
Para llevar a cabo este compromiso poético y social desde la escritura, se ha de romper con los limites del poema panfletario, de la denuncia nostálgica, simplona, complaciente, que tiende a ser pontificada por los poetas del oficialismo, premiada por las instituciones culturales y el poder de turno, y que sin embargo, no es más que un lugar bellamente artificial para la disidencia y la rebeldía, cuya urgencia impone su dominio escritural sustentado en el discurso vacío de las emergentes tribus urbanas. Cito, Pag 31.

“…y me bajé en un lugar que decía ser la cúpula de los artistas adolescentes.

Ingresé a un taller –disfrazado de muchacho-

dirigido no sépor qué/tipejo

en donde lo primero que supe fue que tendría que competircon

espejos quebrados

y la vejez ansiosa de una creatividad mall...”

Algunos diremos cosa fácil, pero Tecnopacha desarrolla algo más difícil aún que implica un trabajo delicado, riguroso y paciente sobre el lenguaje, por tanto, sobre sí mismo. Operará entonces desde la critica y la ironía conceptual, si bien, a ratos dicho conceptualismo escrito suena efectista, repetido, pretencioso, la escritura de Saavedra va más allá de su sofisticación, y los conceptos se disipan en imágenes y son desplazados por éstas sobrepasando su significación. Los conceptos suelen ser espacios limitados, las imágenes los abren convirtiéndolos en ilimitados. Es de este modo como Tecnopacha estalla en sonoridades, visiones, ideas, palabras, hacia dentro a la vez que hacia fuera desde este espacio de sí mismo que se ha creado y se inscribe como denuncia a la renuncia y adormecimiento de los hombres y mujeres en la conquista de su independencia.
Tecnopacha se realiza, se desliza como critica de la historia más oficial y la señala manoseada, histérica, dopada por El Peso, apostando de esta manera por una historia menor: la que se hace en los pueblos subalternos. Se trata aquí del devenir de Tecnopacha, una vez que se torna escritura, se vuelve asunto de devenir, entonces, deviene Africa, indio, travesti, Lumpen, tribu, conciencia rasgada, ausencia del padre muerto, infancia violada que retorna a través de la escritura, pacha entre los pachas, población Santa Julia, La legua, La bandera, comunidades históricamente dominadas, inferiores, bastardas, que están condenadas a ser revolucionarias si desean su liberación. Cito, Pag 23.

“Me drogué como un África de estigmas.

De cielos grafitis que lloraban murallas,

de visiones tántricasque me hacían sentir

un pueblo hambriento litigado premoderno,

un travestido pedazo de tierraque dibujó –junto al ociéalo- un paisaje azulado,

una tierra street, unos cerros hollywoodenses

que me doparon de historiay me vistieron de aire, de ecos y sonidos tecnocráticos”.

En términos Deleuzeanos, las visiones de Saavedra, sus audiciones, no son un asunto privado, sino que forman los personajes de una historia menor y su geografía que se va recreando infinitamente. Así Mr. Estado, INTI, Tecnopacha, Los pachas, Bastardo Bartleby, Los Beat, Los Chicago, Madona insigne y Mapocho, Mr. Snob, entre otros, son invenciones del delirio, partes de un sueño, de una realidad ficcionada, del trance, emergen como procesos que arrastran palabras de un universo a otro y se trataría de acontecimientos en los lindes del lenguaje y que lo desbordan, a su vez que por otro lado, funcionan como una gran metáfora y síntesis paródica de lo social, del acontecer político, económico, cultural de los últimos treinta años en Chile. Cito, Pag 55.

“Me dijeron los pachas, tienes la rebeldía carcelaria capitalistaen los ojos. La rebeldía no, les dije, el poema. Y me soñé CentralPark de los cielos, me traté de mirar Madona insigne del desierto, una cuenca europa muy Marinetti, la rabia comunisla de Los Chicago ahí en el ombligo mundo de sol/ arena que los pachas enloquecidos me marseaban con el poema. Que los pachas muy cholos me codeaban la hoguera, me tajeaban tan dólar, me dopaban peso a peso la piel”.
El compromiso: rebeldía y desnudo singular de Tecnopacha, puede aparecer anacrónico, por cuanto no es con el poder que muta a través de los tiempos, si no con la humanidad, es decir, consigo mismo. Se mueve descolocando cualquier sedentarismo actual, cualquier arrebato del miedo que anhela hacer de la escritura un lugar para el status quo, un puestito al interior del mercado, una institución, una carrera más de la sociedad. Saavedra comprende muy bien la utilidad que presta la escritura en este desentramamiento de lo hipócrita, es entonces cuando sabe ser peligroso y ni sus pares, ni la madre (patria) se salva. Cito, Pag 40.

“…Me llevaron esposado. A patadas me llevaron

y mis pares comenzaron a recitar

el canto capitalista de vidrios maniquí,

el canto hipnopédico de cerebros occidentes,

detrás o dentro,

muy adentro de una institución llamada

dicen: Chile.”

Tecnopacha se hace oír y sentir como la visión musical de un Ethos maldito, caótico y sarcástico que nace del cuerpo que canta y baila sobre los nervios extendidos como supercarreteras en los mapas territoriales, oscuros y desconocidos del delirio. Cito, Pag 37.

“…Movilidad son las ideas, me decía.

Y patinaba sobre el viento escuchando sus miserias,

que dibujaban una canción, una canción, una canción:

no para cantarla,

sino para bailarla en trances”

El libro del cual hoy celebramos su advenimiento, se abre como un espacio de ruptura y desestabilización de los discursos dominantes, como la escritura del poema peligroso que es frente a cualquier Orden, frente a cualquier seguridad simulada. Se impone como una critica-bofetada a la crítica cultural, es menos un canto adulador de la patria que la critica más ácida e insolente de la madre, de su economía libre mercantil, de su fascinación por el consumo, de su tecnocratización, de su ideología neoliberal aprendida en Chicago, de su arribismo a lo largo de La historia, de su proyecto de modernidad a medias (el que no se tradujo en otra cosa que en mera revolución tecnológica, una industrialización en ruinas y un sistema de protección social deficiente) de sus ideas occidentales, posmodernas y costumbres pequeño burguesas importadas. Cito, Pag 105.

“...Aún así seré su Marsellesa.Su bandera estrellada, su estatua de la Libertad, el Tío Sam vestido de oropelados desastres y columpios universales, su Columbia, la machi rubia que corregirá el origen y el ethos...”.

Si la escritura poÉtica está llamada a cumplir alguna función, ella no debe ser otra que la mínima que podemos exigirle y que es: la de despertar. Es en ésta insomne acción en la que insiste Tecnopacha, como un gesto estético político y subversivo que reside en la necesidad y deseo de rebelión, de su negación del amor a la madre, para escribir el amor a la madre, como un golpe sonoro que deviene en un trastocamiento de ella misma, del Ethos, de la Patria, como una música creada en la vecindad de lo anárquico y temible, escrita con la lengua en los pentagramas del cielo de la violencia.

Santiago, diciembre 6 de 2008.

http://www.freewebs.com/revistafracturas/criticaensayarticulos.htm

Oscar Saavedra Villarroel

(Santiago de Chile, 1977). Licenciado en Educación. Becado por la Fundación Pablo Neruda en el 2005. Ha participado en encuentros nacionales e internacionales de poesía. Ha obtenido varias menciones en diversos concursos (Juegos Florales Gabriela Mistral 2008). Un adelanto de su proyecto poético dOPING hISTÓRICO fue publicado en "Anomalías, 5 poetas chilenos" (Editorial Zignos, 2007). Ha publicado Tecnopacha (Zignos, 2008). Poemas suyos han sido traducidos al portugués. Es editor literario de la revista indie.cl, organizador del encuentro nacional de poesía Descentralización y director de la editorial Andesground.